Los tres poemas que no publiqué

1.
Rato roto

Sus ojos me buscan,
me encuentran, me atrapan, me matan.
Sus labios me buscan,
me encuentran, me atrapan, me matan.

Sudor frío y poesía minimalista,
nada me alivia salvo la paja.
Salto al vacío caótico que me envuelve,
vuelvo al vacío inerte.

¿Sueñas?
Sueño.
Formas,
gris océano.

La seguridad que gano bebiendo.
La que pierdo hablando.
La que encuentro en ojos ajenos.
La que no heredé de mi padre.

Doy brochazos que no entiendo,
tú tampoco,
deja de leerme ¡coño!
solo estoy escribiéndome.


2.
Fachada orgánica

Me tapa la máscara,
cascara vacía, hueca,
sonrisas marchitas se desgastan.
El tiempo pasa y no pasa.
El tiempo agota.
La plenitud de los días en la carótida,
con forma de crátera.
Llame al médico si paro para beber agua
(teniendo cerveza al lado).
Ya no bebo tanto,
las máscaras me tapan,
la boca, los ojos,
el pelo y fachada.

Mi cráneo arde.

3.
Lección nº12 para comer bien un coño

Las puertas abiertas de otro alma,
la boca acaricia una pierna,
se posa sobre la puerta y tienta,
de nuevo acaricia la pierna.

Se cierran los ojos con calma,
se huelen las ganas de lejos.
Beso de labios a labios...
beso con lengua.

Controla tu cuerpo,
únelo al suyo,
succiona su coño
déjalo seco.

Si gime su alma aprieta los puños.

Bésalo lento, lámelo lento,
derrite despacio su cuerpo.
Ya habrá más tiempo, solo disfruta,
del sabor de la vida más húmeda.

Claro que hay técnicas, artificiales,
pero nunca me he sentido cómodo.
Claro que no sigo ningún método,
me encanta comer bien un coño.

Se empieza despacio
para acabar rápido,
entre lengüetazos y orgasmos.
Se empieza tranquilo
para acabar sediento,
queriendo volver a ese coño.

PD: No hay lecciones para comer bien un coño,
se come como se vive, intenso,
si no te gusta comer bien un coño déjalo,
si te gusta no necesitas lecciones de nada.
Disfrutar los coños, emanan vida.