Estábamos solos y hambrientos

Oigo ruido, demasiado silencio.

Me gustaría poder escribir: ''Adoro mirarte mientras duermes, nena''. Pero duermo solo. Como solo. Respiro solo. Y lloro mientras bebo.
Abro los ojos y hay cosas moviéndose, a veces se mueven rápido.
Me abro al mundo y hay seres extraños, a veces pasan rápido, otras dañan por dentro.
Me cuesta escribir dos frases conectadas. Me cuesta escribirte.

Hace unos años una mujer me dijo que la sabiduría le daba un toque atractivo a las personas, que las daba un toque que atraía. No sé como es eso de cierto pero era una mujer atractiva, supongo que sabría cosas.

Y luego tú y yo. Yo y tú. Y otra vez el giro infinito mientras nos follamos y abrimos el uno al otro. El giro, el movimiento. Tu cara llegando al cielo y yo con la boca en tu coño.
Tu coño era lo de menos.
Mi polla era lo de menos.
Te quiero, nena.

Salir de la cama es trampa, no vale. La botella de agua en la mesilla noche, para hidratar entre tiempos. (Que follar fuera lo de menos era lo que le daba el encanto al momento).

Siempre he leído miradas, he visto a través de lo ojos...

¡Mierda!

Estábamos solos y hambrientos. Pero lo que más estábamos era ciegos, nena.
Hay más personas que me quieren, que me han visto llorar y que aguantan más peso que Atlas.

Mi gente.

Esta basura la iba a escribir en un principio sobre tú y yo, sobre nosotros pero joder... a veces la miopía me hace estragos.

Estaba ciego y cansado. Eso sí. El resto son solo alucinaciones, ¿sabes?

Tú.
Yo.
Ellos.
Os quiero.