Cal muerta

Oh, cántico de viva mortem que nace
del lecho de ceniza pálida que arde,
como vacíos históricos que escribe
el olvido del tiempo con negra tinta.

Oh, dulce tacto agónico del retorno,
miedo de muchos, consuelo de pocos,
cual graznido letal que hiela el aliento...
cuan insípido y cuanta droga en el cuerpo.

Los negros llantos,
las pacíficas voces en mi cabeza
que no, no cesan:
''¡Eh, tú no existes!'', me susurran a gritos.

Pausa.

Grisáceas nubes de pólvora
atormentan mi bóveda interna.

La calma abandona el cuerpo roto y llama
a la llama de fuego etéreo voraz.

Linde de la sabiduría indómita,
te ruego que ceses el palpito
oculto entre la maraña carnal
de un mundo sumido en el pánico.

Gotas saladas...
caen de la cuenca del mirador, dócil.
Sangre caliente.
Diversas voces dialogan en mi mente.